Llegué en la camioneta "Chicken bus" a El Estor, donde me quedé un par de días, en todos los sitios me hubiera gustado quedarme más días, aquí me hubiera gustado ir a ver los manaties y alguna vuelta por el Polochic en alguna piragua de los locales, a pescar. Pero me conformé con visitar el pueblo y sus alrededores a pie. La gente como en los demás sitios, deseando agradarte por todos los medios. Tenía la referencia de un par de hoteles, me fuí al primero para ver si tenían sitio y todo el hotel fue para mi. Era una familia con sus hijas(creo) que lo llevaban, solo eran 5 ó 6 habitaciones, la mía de maderas preciosas, tres camas, baño y segundo piso junto al lago, brisa agradable de día y de noche.
A pesar de tener un mercado con su propio edificio y gran animación de tiendas y transporte alrededor de él, había otro mercado en un descampado, donde también había mucha animación.
Allí pude comprar mi coco fresco, aguacates maduros y como no quería comprar una libra de sal para comérmelos, le quitaroon un poquito a un paquete y me lo dieron en un papelito, bananitos manzana, tamales y atol de elote que me supo a gloria.
Había hasta los típicos "charlatanes de feria" que tanto hemos conocido en España
Calle muy bulliciosas de día, no se de donde aprecía tanta gente, siempre es un misterio, pero me figuro de los muchos ranchitos que hay escondidos por los alrededores, tapados por la vegetación.
Me hubiera gustado cruzar el lago en lancha, para continuar mi ruta a Guatemala, pero decidí regresar por donde vine, visitando una vez más Rio Dulce.
Por el camino nos paramos por las obras, para permitir el paso en el otro sentido y en menos de 10 segundos se lleno la camioneta de gente, vendiendo algo de comer o beber y todo esto en tierra de nadie, donde no se veía ni un ranchito por los alrededores, pero ya nos estaban esperando.